jueves, 17 de mayo de 2007

Sobre el 5to Ojo del Hombre

Nuestro universo cognoscitivo es un espacio preponderantemente visual. De los sentidos desarrollados por la mayoría de los seres humanos, es la vista el que aporta la mayor información. Antes de que un objeto entre en contacto directo con nuestro cuerpo es examinado visualmente y el resultado de esta inspección condiciona considerablemente la posterior apreciación de sus cualidades. Por ello podría decirse que el sentido de la vista es la raíz de la mayor parte de nuestros prejuicios.

Los dos ojos que tenemos en el rostro son como tentáculos invisibles que nos permiten extender el alcance sensorial de nuestro cuerpo físico, pero sus invisibles ventosas se adhieren con mayor fuerza a las particularidades de los objetos que son afines a las impresiones que ya tenemos en memoria. Así por ejemplo, un caja pequeña parecerá a simple vista más ligera que una enorme, sin pensar en la posibilidad de que la primera podría estar rellena de plomo, y la segunda de algodón. Esto hace poco útil la máxima Agustiniana a propósito de la Fe.

Y es aquí donde entra en juego nuestro tercer ojo, el ojo del discernimiento que según la creencia de muchos se localiza en el entrecejo. A la “vista” de este ojo, la realidad parece confusa y esta extraña confusión alimenta el anhelo de “ver” más claramente.

Muchas prácticas religiosas y espirituales entrenan esta “visión interior”, y no es menester tratar aquí tal asunto. Lo cierto es que, como “ojo” al fin, nuestro tercer ojo no escapa a la prejuiciosa parcialidad de la visión, que confunde realidad con apariencia.

Luego, del cuarto ojo, el ciego e imprescindible, bien poco pude decirse sin agredir el pudor de algunos, que viendo sus excrementos perciben la acusadora realidad de que mucho de lo que resplandece en este Mundo, apesta por dentro. Decir más sería impropio, pues en este escrito, los 4 ojos mencionados no son sino paradas de paso en nuestro camino hacia el quinto Ojo, también llamado “Ojo Clínico”. Este es sin dudas el más “ojo” de todos, pues su especialidad es formarse impresiones de los objetos, con la ayuda de la experiencia, de la memoria y de un mínimo de información de la realidad. En este “ojo” los prejuicios del hombre alcanzan su pináculo, pues no es capaz de producir mas impresión que un prejuicio.

Sin embargo no debe jugarse a la ligera este sentido, tomándolo por perverso, pues precisamente es este “ojo clínico” el que permite a los médicos dar una respuesta rápida y justa ante una situación de emergencia. Y es el mismo que permite a una madre “ver” la necesidad de su pequeño, aun antes de que este la pueda explicar. Sin este “ojo” prejuicioso, la existencia del ser humano sería muy difícil, sino imposible.

Y resulta útil comprender la naturaleza de este, nuestro 5to ojo, pues con ello estaríamos comprendiendo gran parte de los procesos psicológicos que fabrican nuestra concepción del mundo y de nosotros mismos.

Precisamente con este empeño tan arduo surge, se mantiene y crece el Blog “Observando con el 5to Ojo”. Si aprendemos a vivir con nuestros prejuicios, estaremos más cerca de la Realidad, pues hasta hoy, y tal vez por mucho tiempo, sólo hemos conocido prejuicios.

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